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domingo, 26 de julio de 2015

Regina Laguna dirigirá las relaciones del Consell con la UE: Ciudad de la Luz, su primer 'problema'

VALENCIA. La periodista y abogada Regina Laguna, colaboradora de Valenciaplaza.com en temas de tribunales y de la Unión Europea, será nombrada este viernes por el Gobierno valenciano directora general de Relaciones con la Unión Europea y el Estado, uno de los puestos de altos cargos que quedan vacantes en el nuevo Gobierno de Ximo Puig, según fuentes de la Generalitat. 
Regina Laguna ha trabajado durante más de 25 años en diversos medios de comunicación, sobre todo en Levante, donde se especializó en área de Tribunales. Licenciada en Derecho, en la actualidad compagina el ejercicio de la abogacía con colaboraciones en Valenciaplaza.com y la revista Plaza, que tendrá que dejar mientras ocupe su nuevo alto cargo. 
Laguna ocupará una dirección general que está adscrita a la Secretaría Autonómica de Presidencia de la Generalitat, cargo que ostenta Andreu Ferrer. Su labor será coordinar las relaciones institucionales de la Generalitat con la Unión Europea y con el Gobierno español.
Entre los asuntos que se encontrará encima de la mesa está el de la subasta del complejo Ciudad de la Luz, que el Ejecutivo de Ximo Puig intentó frenar en Bruselas -se realiza a instancias de la Comisión Europea, pero que finalmente se celebró el pasado lunes. El próximo lunes está prevista la apertura de la única plica presentada.   
Otro roce imporante, esta vez con el Estado, es el de la regulación de horarios comerciales. Una comisión mixta Estado-Comunitat tratará en los próximos meses de llegar a un acuerdo sobre varios puntos de la legislación valenciana que el Gobierno considera que vulneran sus competencias. Si no hay acuerdo, el Ejecutivo de Mariano Rajoy podría presentar un recurso ante el Tribunal Constitucional, como ya ha hecho con Baleares.


http://www.valenciaplaza.com/ver/161732/regina-laguna-directora-relaciones-ue.html

miércoles, 29 de octubre de 2014

My latest post in El País: La paralización de los expedientes de despido de Fogasa, a la Fiscalía

Un abogado laboralista ha denunciando ante la Fiscalía de Valencia al secretario general del Fondo de Garantías Salariales (Fogasa), Juan Carlos Arce Gómez, por dar órdenes para paralizar los expedientes de despido de trabajadores, lo que les impide cobrar según los plazos legales fijados.
En la denuncia, el abogado Ricardo Cano Zamorano, que es presidente de la Asociación para la Defensa de las Libertades y Derechos Sociales y Civiles, solicita a la Fiscalía que abra diligencias de investigación penal contra el “Secretario General del Fogasa, mandos y funcionarios del citado organismo”.

Según la información de los trabajadores, el objeto sería no dejar en evidencia la pésima gestión que viene realizando Tragsa desde la privatización del servicio a través de Tragsatec, “generando un número incalculable de expedientes paralizados con las graves consecuencias para las personas afectadas”.Al parecer, el mismo personal del Fogasa que desea mantenerse en el anonimato para evitar represalias, ha informado de que se les ha “impartido instrucciones de no remitir los expedientes de Valencia para resolución a Madrid, pese a estar preparados para su aprobación, siguiendo órdenes de la Dirección Central”.
La Asociación para la Defensa de las Libertades y Derechos Sociales y Civiles informa también que entran aproximadamente unas 30.000 demandas en los Juzgados de lo Social de Valencia, siendo el 60% temas que afectan directamente al Fogasa, “lo que supone un colapso inadmisible para los juzgados de Valencia”.
Ricardo Cano explica que “los Juzgados de los Social llevan tiempo sufriendo una avalancha de denuncias y señalamientos de juicios para el 2017, gracias al nefasto funcionamiento del Fogasa como consecuencia de la privatización”. Este abogado ha exigido por escrito a la Fiscalía que se impongan, por parte de los jueces “multas por temeridad y condena en costa”.
A primeros de año, el juzgado de instrucción número 3 de Valencia admitió a trámite una querella presentada por Ricardo Cano contra el Secretario General del Fogasa por un delito de prevaricación en nombre de diez trabajadores de una pequeña empresa. Al parecer, el Fogasa había dictado una “resolución errónea” al denegarles la indemnización. Al tener conocimiento de la querella, el Ministerio de Empleo reconoció el error, se revisó el expediente y se subsanó. Juan Carlos Arce llegó a ser citado a declarar como imputado como Secretario General del Fogasa. Cano ha presentado hasta quince denuncias contra el Fogasa por incumplir el plazo de tres meses para resolver los expedientes y por vulnerar el silencio administrativo.

lunes, 22 de septiembre de 2014

El soberanismo y la Common Law


El profesor Antonio Bar Cendón, catedrático de la Universitat de València, explica claramente en un artículo de opinión publicado ayer en el diario Las Provincias las diferencias entre el proceso soberanista escocés y el catalán. La clave está en la Constitución, en las diferencias entre ambos procesos constituyentes. Dado que no he encontrado el artículo en la edición digital, paso a reproducirlo aquí para su difusión en internet.


LAS PROVINCIAS. Valencia, domingo, 21 de septiembre de 2014, p. 38
“El no de Escocia”
Antonio Bar Cendón
Catedrático de Derecho Constitucional y Catedrático Jean Monnet ad personan
Universidad de Valencia
Escocia ha votado no a la independencia, y lo ha hecho de una manera contundente, no sólo porque los datos absolutos así lo indican, sino porque el voto negativo triunfó en la práctica totalidad del territorio. Así, votó a favor de la independencia el 44,7 por cien de electorado, mientras que rechazó la independencia el 55,3 por cien (casi 11 puntos de diferencia); y el voto contrario a la independencia triunfó en 28 de los 32 distritos electorales. Es muy significativo, además, que en la capital de Escocia, Edimburgo, el sí a la independencia obtuviese sólo el 38,9 por cien de los votos, mientras que el no obtuvo el respaldo del 61,1 por cien.
Sin embargo, más allá de estos datos puramente numéricos, el referéndum escocés tiene una gran relevancia por su significado, al menos en lo que se refiere a dos aspectos: la naturaleza política de la opción separatista, y la repercusión en Europa del proceso escocés. En primer lugar, en lo que se refiere a la naturaleza política de la opción separatista, el referéndum de Escocia no es tanto el producto de una pulsión identitaria, de origen étnico o histórico, como el producto de una presión política en la que se mezclan componentes de muy diverso orden, que van desde lo económico (el interés por la gestión propia de los recursos petrolíferos y gasísticos del mar del norte) a lo social (el amplio descontento por la gestión de la crisis económica hecha desde Londres por el Gobierno conservador de Cameron), pasando por la ecología, el oportunismo de los movimientos antisistema y, desde luego, el irredentismo historicismo o identitario siempre presente. Sin embargo, cualquiera que sea la dosis de las partes de este complejo componente, lo evidente es que ha logrado amalgamarse detrás de una opción política rupturista que, si bien ha logrado un cierta eficacia movilizadora, es más que dudoso que hubiese logrado articular una opción de gobierno estable y coherente tras la separación.
En esta línea, el movimiento separatista escocés no es muy diferente de los movimientos separatistas que se producen en otros Estados europeos –incluida España– los cuales se han montado en el peligroso tigre del populismo y se sirven en la actualidad del respaldo de todo tipo de movimientos políticos, los cuales, en el fondo, poco tienen que ver con el nacionalismo tradicional, cultural o identitario, y buscan más bien cambios radicales en el sistema político democrático, o su ruptura. No es sorprendente, pues, que en una situación de crisis como la actual, movimientos nacionalistas que en otras épocas hubiesen sido menospreciados por retrógrados y sectarios, aparezcan hoy como innovadores luchadores por la libertad y el desarrollo de los pueblos.
En segundo lugar, el proceso independentista escocés que desemboca en el referéndum, pone sobre la mesa la imagen de la viabilidad democrática de un proceso de este carácter, realizado en envidiables términos de negociación y acuerdo, que no son fácilmente trasladables a otros marcos políticos y constitucionales. Las constituciones, cuando existen, si se quiere cambiarlas, hay que modificarlas de acuerdo con las exigencias y los cauces previstos en el seno de ellas mismas –procedimiento de reforma–, lo que requiere generalmente unas altas dosis de acuerdo político; o hay que ignorarlas o violarlas –procedimiento de ruptura–, lo cual supone que no todas las partes están de acuerdo y, por lo tanto, que alguna, o algunas, de ellas quieren imponer su visión a las otras. Cabe, desde luego, la sustitución de una constitución por otra enteramente nueva –el cambio de régimen político–; pero ello, en general, o bien requiere unas dosis mayores de acuerdo político –consenso–, o una ruptura de carácter revolucionario. Esto último supone un grave conflicto político y puede degenerar en violencia.
En el caso escocés –y esto suele ser ignorado con frecuencia– el proceso pudo realizarse de esa forma porque en el Reino Unido no existe una constitución escrita y el sistema se basa en el principio de soberanía del Parlamento, el cual, como decía Walter Bagehot en su célebre “The English Constitution” (1867), excepto cambiar a un hombre en mujer, puede hacer cualquier cosa. El principio constitucional, por el contrario, a fin de asegurar la estabilidad de los sistemas políticos y la protección de los derechos de sus ciudadanos, se basa en la soberanía de la constitución, como norma suprema del Estado, que ningún poder –ni siquiera el parlamento– puede modificar a su antojo, basado en la existencia coyuntural de una mayoría determinada. La constitución democrática ha sido elaborada por el poder constituyente y, para modificarla, la propia constitución prevé en su texto un procedimiento específico que requiere la consecución de unas mayorías amplias y, con frecuencia, la realización de un referéndum; lo que, en realidad, supone el volver a activar el poder constituyente. El sistema continental europeo, como el de la mayoría de los estados democráticos del mundo, se basa en el principio constitucional, en el principio de legalidad y, en definitiva, en lo que se denomina “Estado de Derecho”. Es decir, que las normas democráticamente aprobadas deben ser cumplidas en tanto no sean reformadas por los procedimientos democráticamente previstos para ello. Lo contrario supondría la ruptura del sistema, el desorden y la violencia.
En los sistemas constitucionales europeos, pues, el proceso seguido en el caso escocés –basado en un acuerdo político y una decisión del Parlamento–, por mucho que despierte admiración, no tiene cabida. La separación de una parte del territorio del Estado requeriría un cambio –una reforma– sustancial de la constitución y, en algunos casos, incluso, esta reforma, como tal, no podría producirse, porque la propia constitución la excluye. En estos últimos casos, la única posibilidad existente es la sustitución de la constitución, es decir, su abandono y la formulación de una nueva; lo cual es muy difícil de conseguir en términos democráticos y consensuados. Y este último es el caso de España, donde el Art. 2 de la Constitución establece que “La Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles”. Fraccionar esa indisoluble unidad de la nación supondría, por tanto, privar a la Constitución de su fundamento; ésta decaería y debería ser sustituida por otra con diferente fundamento. En este sentido, ¿es recomendable la negociación y el acuerdo político para el cambio? Desde luego que sí; pero el cambio, si se hace, ha de hacerse de acuerdo con las normas jurídico-constitucionales que aseguren la garantía de que el proceso respeta plenamente los derechos de todas las partes implicadas en el régimen político; es decir, en el caso de España, no sólo la nación española como un todo, sino también –como dice el mismo Art. 2 de la Constitución– las nacionalidades y regiones que la integran, las cuales se han constituido en Comunidades Autónomas y forman hoy parte de la estructura constitucional del Estado.
En Escocia el proceso –frustrado– de cambio se hizo de acuerdo con las normas jurídicas del sistema –del régimen– británico. En España, el cambio, si se hace, ha de hacerse igualmente de acuerdo con las normas jurídicas de España, no de acuerdo con las normas jurídicas del Reino Unido.

domingo, 18 de mayo de 2014

Historias de la postguerra: La "tía" Asunción y el horno de la Sociedad

Mi madre se ha despertado hoy con otra historia de la guerra, bueno, de la postguerra. Me hablaba de una vecina y del horno de la Sociedad. Lo hicieron varios vecinos del pueblo, agricultores, en plan cooperativa. Contrataron a uno de ellos con cuatro hijos y sin tierra (mi pueblo es un marquesado y las tierras de mi abuelo, por ejemplo, eran arrendadas a la marquesa hasta los años 60). Era más barato hacer allí el pan porque sólo se pagaba un jornal y los gastos de agua, luz y leña. Al terminar la guerra, el ayuntamiento lo expropió y se lo dejó a un falangista que no era buen trabajador para llevarlo adelante. Cuando lo estropeó, el ayuntamiento lo vendió. Nadie del pueblo quiso comprarlo porque sabían que era de los socialistas (la UGT). Lo compraron gente de fuera. Yo aún recuerdo que de pequeña nunca íbamos a comprar el pan allí, era tabú. Todo ha comenzado porque mi madre se ha acordado de la "tía" Asunción (en mi pueblo todos somos tío y tía), que se murió de hambre, Tuberculosa. Venía a casa a visitar a mi abuela y ésta le daba un trozo de pan con algo dentro que se comía junto al fuego. Le decía a mi abuela, qué buena eres Regina. Tenía cuatro hijos y su marido había sido el empleado del horno de la Sociedad. Se empleaba en el campo de jornalero, cuando había trabajo... La conclusión de mi madre ha sido: el PP no sabe administrar, se lo meten todo en el bolsillo.

lunes, 11 de febrero de 2013


Les paraules de comiat de la amiga periodista Rosa Brines, víctima de l'ERE a #RTVV: Benvolguts amics, company@s d'aventures que ens hem trobat  pel camí...

Acaba per a mi una etapa de 24 anys a Televisió Valenciana. Una etapa personal i professional enriquidora, il·lusionant, en què he pogut desenvolupar una sèrie de treballs dels quals em sent orgullosa.
Vull agraïr-vos l'ajuda, l'empenta en moments de desànim, el recolzament quan he dubtat, els consells i sug.geriments quan erravem el camí, i els reconeixements quan heu cregut amb nosaltres.
Fins aci hem arribat, hem fet el que hem pogut, fins on ens han deixat.
Corren mals temps per a tot el que sone a servei públic, siguen televisions autonòmiques o be en matèria de salut... siga l'àmbit de l'ensenyament que preten educar les futures generacions o siga l'ajuda als més vulnerables.
Assistisc estupefacta, imagine que com molts de vosaltres,  al moment socialment més destructiu que he conegut en els meus 47 anys de vida, però també n'estic ben segura que la nostra labor és seguir contruint a pesar dels obstacles que hi trobarem de bon segur al camí.
 
"Ningú va dir que seria fácil, només que pagava la pena"
 
Una abraçada sempre
Rosa Brines

jueves, 12 de enero de 2012

La culpa es del euro (Euro's fault!)

En respuesta al artículo publicado en la revista Fortune por Shawn Tully y referenciado en Linkedin: The euro's fatal problem isn't spending - The Term Sheet: Fortune's deals blog Term Sheet

1. First of all: the Spanish worker don't earn 90% of German wages: earn 50% if they are lucky!
And, still the Spanish wages can be lower and lower with the new policies.
The OECD is telling us (the Spanish) since 2007 to low down the wages, in a country where the wage's average is 1.000 euros per month! Or was...
How much less?
2. By the way, what is happening in UK? They have a big crisis even having their own "sacred" pound! And the recession will increase after the Olympics, next summer.
3. I'm sorry buy German products are not cheaper than the Spanish, unless if they are made in China or Turkey, same than the Spanish companies that went out to produce to other countries.
And, even more, Spaniards are buying cheap products from China from many years ago, because there is not production in Spain, nor in Europe, cheaper than in China or India, for example.
4. Finally (by now), we knew (Europe) the attack to the euro will come soon since the invasion to Irak. Was being to strong. But, if Europe falls dawn, who else will buy the goods from the third world?
Who is going to buy from the chines shops? Maybe Senegal?

lunes, 21 de febrero de 2011

La Plaça Tahrir de la Mare de Déu

Concentració il-legal a la plaça de la Verge de València en protesta per la censura de TV3. Al menys, així ho van confirmar els amables agents antidisturbis que guardaven l'ordre tallant el carrer que duia cap a la porta principal del Palau de la Generalitat. La finestra de la esquerra -segons es mira-, tercer pis, estava oberta i amb llum. Algú guaitava, còm al despatx Oval en època de Bush fill. Baix, la Plataforma Sense Senyal convocava a un nombròs públic malhumorat per la desaparició de TV3 de les pantalles de televisió a la Comunitat Valenciana. Semblava que no havien passat 25 anys des de que demanaven, també al carrer, TV3 o una televisió valenciana en la nostra llengua. I a dos dies del 30 aniversari del cop d'Estat del 23 de febrer, sembla un altre cop d'Estat. La plataforma va aplegar a dos mil valencians amb una convocatòria boca a boca, còm en els millors temps, o twit a twit. Les xarxes socials, còm al Magreb, han funcionat. Sols falta que la Plaça de la Verge es convertixca en la Plaça Tahrir i Camps Ben Ali Mubarak tinga la decència de dimitir, si no pels tratges i la acusació de cometre un delicte per part de la Fiscalía Antiorrupción, al menys per adonar-se que ha comés el major exercici de censura de la democràcia al no permetre la emissió d'una televisió legal que es pot vore al mateix telèfon mòvil en el segle de la revolució del món de la comunicació. Altres han fet caure governs. Continuarà. Tots a la Plaça de la Mare de Déu!